Timepieces Signed Rosseau. Até 13 de Outubro, no Museu Patek Philippe, em Genebra.
Por ocasião das celebrações do tricentenário do nascimento de Jean-Jacques Rousseau (1712–1778), o museu e o Comité européen Jean-Jacques Rousseau organizaram conjuntamente uma exposição temática de relógios raros, obras-primas do século XVII, escolhidas do acervo da manufactura genebrina, de coleccionadores privados e de instituições públicas.
A família ascendente do filósofo Jean-Jacques Rousseau incluiu vários relojoeiros e artistas de profissões relacionadas, tornando a dinastia Rousseau um espelho perfeito da capacidade relojoeira da Genebra do Século XVII.
Sobre o fascínio que a Relojoaria despertou nos filósofos da Enciclopédia, escrevemos em tempos para a revista Revolution Espanha:
Utopia Mecánica
La
Enciclopedia y la Relojería
Fernando Correia de Oliveira
Desde
el surgimiento de la relojería mecánica, en el final del siglo XIII y inicio
del XIV, que muchos autores, nombradamente de textos religiosos, sentirán la
tentación de comparar el comportamiento de los engranajes de los medidores del
tiempo con el Universo.
Y Dios
fue llamado de Relojero Supremo, creador y guardián de la Mecánica Celeste, tan
perfecta en su Harmonía de Esferas. Los cuerpos celestes, con sus ritmos
exactos, eran, ellos mismos, inspiradores de esos mismos engranajes, que los
representaban en miniatura, por medio de relojes astronómicos. En la Terra, los
reyes deberían gobernar según las reglas del “reloj” de Dios y ser, ellos
mismos, “maestros relojeros” de las sociedades que tenían bajo su mando.
Los
Enciclopedistas, el Siglo de las Luces, volverán a fascinarse por el mundo de
la relojería. El filósofo ginebrino
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), en su insistente deseo de encontrar un país
ideal donde la Naturaleza y la Cultura llegasen a un síntesis harmonioso,
pensaba en la Suiza como tierra donde una populación se iba desarrollando sin
abandonar el contacto con el mundo natural – tan caro a las ideas rousseanas –
y conseguía, al mismo tiempo, un grado muy elevado de perfección técnica.
En
una correspondencia al filosofo francés Jean le Rond d’Alembert, recuerda lo
que observó en la región de Neuchâtel, donde vivía una populación realizando su
ideal de vida perfecta, desarrollando una creatividad productora de inúmeros
obyectos, que exportaba, inclusive para Paris. “Entre otras cosas, estos
pequeños relojes de madera que desde hace años se observan por ahí. Los hacen
también en hierro, y relojes de bolsillo, y, lo que parece increíble, cada uno de estos artesanos reúne en si todos
los oficios en que se divide la relojería, y incluso fabrican ellos mismos sus
herramientas”.
Rosseau admira la ilustración de estos industriosos montañeros
que, para el autor de Contrato Social,
constituyen ejemplos perfectos para toda la Humanidad.
El
proprio d’Alembert hizo uso recurrente de la imagen del reloj para expresar sus
ideas filosóficas. “Habrá más crímenes en un mundo donde no existan ni castigo
ni recompensa, como habría más desacierto en un reloj cujas ruedas no tuviesen
todos sus dientes”; y aun: “Aquello que hubiese inventado rodas con dientes y
piñones habría inventado los relojes en otro siglo”.
Otro
filósofo francés, Sébastien Roch, conocido como Nicolas de Chamfort, decía por
esa altura: “La felicidad es como los relojes. Los menos complicados son los
que se desreglan menos”.
Después,
hay Voltaire, lo que más directamente estuvo relacionado con la relojería, el
oficio de su padre, abuelo y bisabuelo. Lo trataremos en el próximo número de
Revolution. [...]
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