¡Que los dioses maldigan al primer hombre que descubrió cómo señalar las horas! Y que maldigan también a aquel que en este lugar erigió un reloj de sol para cortar y despedazar de modo tan infame mis días en pequeños trozos. Cuando yo era un niño, mi vientre era mi reloj; más seguro, más fiel y más exacto que cualquier otro. Este reloj me decía cuándo era horade ir a cenar, cuándo yo debía comer. Pero en nuestros días, aunque yo tenga hambre no puedo comer hasta que el sol no lo permite. ¡La mayoría de los ciudadanos vagan por las calles doblados de hambre!
Plauto
segunda-feira, 20 de abril de 2020
Subscrever:
Enviar feedback (Atom)
Sem comentários:
Enviar um comentário