Yo era el reloj de sol
Yo era el reloj del parque veneciano:
Mi vida no contaba más que las horas claras.
Eran bellos mis ojos que todo lo ignoraban:
Ojos de agua virgen que no llegó al océano,
Ojos que al ir al cielo, los astros le ofrecían
El tesoro inocente de su joyero antiguo.
Hoy mis ojos me duelen de haber mirado tanto:
Mi lago que era azul se ha tornado amatista,
Y ya seré tan triste como una despedida.
Sirena tentadora, ¿quién apagó tu canto?
La ruta de los puertos la borró el desencanto.
Mi nave ya está inútil
Para los viajes cortos.
Se dora ya el velamen bajo la luz poniente
De la ancha decadencia de mis cansados cielos.
¡Opulentos ocasos donde mi sol se muere!
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