El reloj de la cárcel
Hay una luz redonda
en la plaza desierta,
el reloj de la Cárcel
con su campana vieja
Sus tañidos al viento
toda la plaza llenan.
Cuando suenan las horas,
parece que se quejan.
¡Corazón de la Cárcel!
¡Alba de la siniestra
mansión del infortunio
donde mora la pena!
¡Donde el pobre recluso
pasa la vida, muerta
contando el minuto
la intensidad inmensa!
¡Qué lentas van pasando
las horas de tristeza!
En el ambiente trágico,
flotan como quimeras—
brazos largos—
plegarias, que no alcanzan
y deseos de cosas
que no llegan.
El reloj de la Cárcel
con su campana vieja
cuando suena, parece
que llora o que se queja.
Y el lúgubre sonido
de su armonía lenta
semeja el eco ronco
de un azadón en tierra
Hay una luz redonda
en la plaza desierta,
el reloj de la cárcel
con su campana vieja.
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