La Academia de los Concordes, para enseñar que cada uno aspiraba llegar al mismo puerto por distinto rumbo, tomó como símbolo tres relojes, uno de sol, otro de rueda, otro de arena, poniéndoles por nombre Tendimus una, porque si el del sol apunta, el de ruedas da, y el de arena corre, todos marcan la hora, ya sea con el hilo, con el golpe o con la sombra. La ambición de nuestros relojes es a los cuartos, a las manos, a los puntos, y a que vayan dando horas las acciones. Cómo se consiga esto, sea que se apunte, o se corra, o se de, viene a ser uno para el intento, y todo es lo mismo para la finalidad.
José de la Vega, em Confusión de confusiones, 1688
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