José Saramago, el hombre que paró todos sus relojes a la misma hora solo por amor. El escritor portugués sentía pasión por su compañera Pilar del Río
Esa noche, como todas, Pilar recorrió la casa recogiendo uno
a uno los relojes –de pared, de mesa– para llevarlos a la terraza y alejarlos
lo más posible de sus oídos. Necesitaba escaparse de ese tictac que la
martirizaba y no la dejaba dormir.
Así siempre.
Cada noche, todos los relojes.
Hasta que José le dijo:
–Ya no vas a tener que hacer más tu excursión nocturna. Voy
a dejar que los relojes se vayan parando. No voy a darles más cuerda.
Días después, la tomó de la mano y la llevó, reloj por
reloj.
–¿Ves? Ninguno hace ruido –le dijo él, feliz como un niño.
Todos marcaban la misma hora:
las cuatro.
–¿Por qué las cuatro? –le preguntó Pilar.
Él la miró:
–Porque es la hora en que nos conocimos.
(Do Facebook - La Biblioteca de Alejandría)
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