El presente y el pasado están por los suelos. ¡He aquí, mis queridos amigos, lo más insoportable para mí! . ¿Quién no sentiría esta amargura de Zaratustra, abrumado por la evidencia del paso incesante de las cosas y concluyendo de ahí que el tiempo es toda la realidad, la única realidad que nos devora? El tiempo es lo que divide y disipa la existencia; lo que consiste en su propia fuga; un río que conduce hacia un mar de nada.
¿Y si todo fuera apariencia? Si el tiempo fuera un mal sueño donde la identidad se disipa; una distracción del alma, como pensaba Plotino, por la que la unidad se dispersa... En cualquier caso tendríamos que explicar esta apariencia, porque lo temporal cambiante acaba aflorando como algo irreductible: no se puede negar el tiempo.
Hervé Pasqua
quarta-feira, 5 de setembro de 2018
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