El amor, fusión mística de dos subjetividades, también es vivido como acceso a la dimensión de eternidad. Me limitaré a mencionar este punto que daría lugar a una larga disquisición.
El desarrollo de la subjetividad personal sólo se hace pleno por la mediación del contacto con el otro, el semejante y distinto a la vez, aquel a quien somos capaces de elegir y recibir conformando una nueva unidad intersubjetiva. La intersubjetividad general, de que habla Husserl, sólo se hace viva y actuante cuando se particulariza en la unión de dos seres que se aman recíprocamente. Esa unión recíproca es vivida también, en algunos momentos, como superación de la temporalidad y acceso a lo eterno, y así lo han manifestado grandes obras poéticas de todo tiempo en sus diversos lenguajes.
Cuando vemos afirmarse en la poesía – tanto popular como ilustrada- de distintas épocas, la aproximación del amor y la muerte, puede parecernos la reiteración de un lugar común o una afirmación trivial, carente de una significación profunda. Pero la expresión poética no hace sino poner de en evidencia una dimensión real que apunta al total desarrollo de la persona humana, en camino hacia su realización. El amor, que es parte de ella, abre camino a la Eternidad en que se realiza plenamente.
Graciela Maturo
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